miércoles, 1 de octubre de 2014

Un día de trabajo


Confundido, aturdido, transportado
Aun no despierto, viajando
El rumbo del látigo hacia el salario
En el espejo un tonto, numerado
Llevo el cuaderno cual grabador literario
La música al cuello me transforma en acusado
Si señores me divierto sabiendo ser esclavo
El amor en el infierno es la charla entre operarios
El chiste de escritorio atenúa los horarios
El sexo es para solos o aquellos deshonestos
El resto de nosotros horas yugando
Relojes marchan, sádicos, perversos, despacio
Atrapados por los contratos renegamos lo pactado
No obstante afortunados; como tontos somos tantos
Con sueldo apaciguados, el ocio es lo fantástico
Todo está saldado jamás acabado
Suena un silbato que nos dice fin del rapto
Hemos cumplido un propósito, lo festejamos
Vuelve un despojo enloquecido de cansancio
Como al principio no muy despierto, soñando
Un zombi vivo directo a sus brazos
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