En esta historia,
Juan Pelos, se presenta a si mismo como un paladín del romanticismo en una
ciudad actualizada y matizada de ocre hollín. Se le ve algo desprolijo caminando
sin rumbo por la noche de león; imaginando que es un depredador en una selva
donde ser león es una cuestión de crédito.
No
obstante, la sociedad reflejada y resumida en el relato de JP es bastante menos
cínica que la vivida por los lectores dándoles una sensación de ingenuidad que
los acompañara durante el transcurso de la obra.
De, quizás,
mayor importancia literaria es la “Raulita”,
el personaje central de las fantasías de JP y el público masculino en general.
Conocerla es la luz al final del túnel pero al revés de tener una experiencia cercana
a la muerte.
Los números
encuentros entre los personajes de marras tienen como consecuencia que en
varios países del Este hayan calificado la presente como “una muestra más de la peligrosidad de la pornografía occidental”.
Un
reconocido artista local hizo notar al público el delicioso antagonismo entre
la calificación
y la inocencia de JP.
En fin, a
pesar de que todas las armas están en manos de policías y ladrones, no faltaran
escenas de pasión, acción y erotismo. Un buen concepto al que dedicarle estas próximas
vacaciones.