El Sol ya estaba pensando en esconderse detrás
del tobogán en la plaza de la esquina, en el barrio.
Irene se asomó desde el hueco que había debajo
del árbol para ver si todavía quedaba mucha gente.
Irene es una nena que no debe de medir mas de
15 cm. de altura y vive desde que tiene memoria debajo del árbol mas grande de
la plaza de la esquina en el barrio. Se viste con una pollera hecha con el
envoltorio de un chupetín y un ponchito que se hizo con el pañuelito que se le
cayó a una nena el verano pasado.
Ella es feliz en el huequito donde vive y
guarda sus tesoros, tiene una cama hecha con palitos secos y algodón de azúcar
como colchón. En el piso hizo una alfombra con las plumas que se les van
cayendo a los pajaritos en la plaza, puesto que a ella le encanta ir descalza
cuando esta en su huequito. Además se hizo un sillón re moderno con lata de
gaseosa que no cayó dentro del basurero y tiene toda una colección de prensitas
y gomitas que las nenas distraídas van dejando en plaza.
Pero esta tarde al asomarse por el hueco vio
una cosa que le preocupo muy mucho. En el banco frente al árbol estaba un nene
con cara triste esperando a que venga su mama a buscarlo. Parecía que había llorado por que sus ojos
estaban todos rojos. Miro a los costados
sin ver a nadie más en la plaza, solamente el nene y sol que se iba yendo a su
cama. Preocupada y enternecida empezó a caminar hacia donde estaba este chico,
nunca había hablado con esa gente tan grande por que le daba mucho miedo pero
tampoco se podía quedar en su huequito sin hacer nada ¿no?.
Por la planta del banco empezó a trepar y
quedo parada al lado del Nene.
-
¿Por qué estas tan triste? – preguntó
-
Por que mi mama no me vino a buscar – le respondió y agrego – y vos ¿
que sos una muñeca o un hada madrina?
-
Yo soy Irene y vivo acá en la plaza, una muñeca no soy por que hablo y
me muevo, y un hada no se que es, ¿ Vos como te llamas?
-
Federico, cuando hago lio y Fede el resto del tiempo.
Y de algo seguro que se acordó por que otro
lagrimon empezó a bajar por el cachet. Irene no sabia que hacer, la primera vez
que hablaba con un nene de la plaza y no lo podía consolar.
- sabes que yo siempre estoy sola en la plaza
y me gustaría tener un amigo como vos
- a mi también me gustaría ser tu amigo y
jugar con vos pero sos muy chiquita o yo soy muy grandote
- Pero seria re lindo que fueses chiquito AHI
Y de repente después de haber dicho estas
palabras Federico pasó a tener el mismo tamaño que Irene. Ni el ni ella podían
cerrar las bocas estaban asombrados, ¿Qué había pasado? Federico cerró la boca
únicamente por que la sonrisa le estaba naciendo del alma. Ahora era tan
chiquito como Irene e iba a vivir en la plaza.
- Irene! Me Hiciste Chiquito, Esto es súper
guau. – dijo saltando y dando vueltas de carnero sin darse cuenta lo cerca que
estaba del borde banco.
Irene que todavía no entendía lo que pasaba lo
estaba mirando y en un segundo desapareció. Y escucho un ruido como el de una
pelota desinflada que caía en el pasto. Se acerco con cuidado hasta el borde y
asomo la cabecita.
Desde abajo y sin dejar de reír a las
carcajadas. Le dijo a Irene.
-
súper Guau, casi me mato por bajar del banco de la plaza, y que blandito
que es el pasto.
-
Federico, deja de reírte como un loco, que vamos a hacer ahora?
-
Y ya se esta haciendo de noche,
vamos a cenar
-
Bueno vamos, seguime que debajo de las hamacas siempre se le caen
golosinas a los chicos.
-
Pero si recién me hiciste chiquito vos podes hacer que aparezcan un par
de cajitas con hamburguesa, papas y juguetito.
-
Nene no te das cuenta que no se como hice?
-
No interesa hace lo mismo pero con Ketchup
-
Sos medio sordo vos ¿no? Que queres que diga ¡Quiero que aparezcan un
par de cajitas AHÍ
Sin el humo que hacen los magos pero
después de un ruido parecido al de un
globo de chicle frente a Irene y Federico aparecieron 2 cajitas, con
juguete, ketchup y gaseosa.
Hambre tenían, así que se sentaron abajo del
trepador rojo y empezaron por las papas riquísimas que habían aparecido.
-
Esto esta excelente – dijo
Federico con la boca llena y los cachetes manchados de ketchup.
-
Si son las mejores que comí en mi vida – respondió alegremente Irene e
intrigada preguntó.- ¿ Que son las Hadas?
Fede empujo las papas con trago de gaseosa y
le dijo
-
Las Hadas son personas chiquitas como nosotros, que pueden hacer magia
como y que tiene alas como ninguno de los dos.
-
Entonces yo soy casi un Hada
- Si
además sos re linda y las Hadas siempre son lindas.
La cara de Irene se puso roja como un tomate
dijo algo así como ah! Y se escondió adentro de la cajita para buscar el
juguete intentando disimular que se había puesto toda colorada. Con la cara toda adentro de la caja la voz de
Irene sonó gruesa como la de los perros Gran Danés.
-
Y bueno si yo soy un Hada ¿ vos que sos ?
-
Yo soy el chico con más suerte del mundo por que soy tu amigo.
Irene se rió nerviosa, termino la hamburguesa
en tres bocados y le pidió a Federico que lleve los papeles al cesto y que se
limpie los cachetes que tenían mucho ketchup.
Mientras lo veía partir hacia el cesto de la basura se quedo
pensando.
Siempre estaba sola y ahora de repente tenia
un amigo, alguien para charlar, para pasear, jugar y cuidar, pensó mientras lo
veía caerse de cola después de saltar una caja de cigarrillos, Y además era
lindo (otra vez se puso toda colorada).
Después de una batalla en la cual las armas
eran cerbatanas improvisadas con las pajitas de las gaseosas , con bolitas de
papel de servilleta como municiones y la franca derrota de Irene, se fueron
para el hueco de abajo del árbol grande la plaza, entraron y se dieron cuenta
que esa casita tenia un solo ambiente. En la misma habitación estaba la cama,
el sillón y los adornos de la sala de estar y además la despensa y la mesa del
comedor. Todo muy lindo y rosa, noto medio horrorizado Federico, pero no había
habitación de huéspedes ni cama para los invitados.
Irene, que se dio cuenta de esto, mirando a
ese medio desorientado Federico, le dijo:
-
No te gustaría que tu habitación este por AHÍ ?.
Y en ese momento al costado del mueble que
Irene había construido con palitos de chupetines sin morder, y vainas de
algarrobo que hacían de estante, apareció una puerta con un cartel que decía:
¡PRECAUCION ESTA HABITACION ES DE FEDERICO!
Loco de contento Federico entro a su
habitación, que no era mas que otro hueco pero con puerta. La cama era como la
de Irene, por que ella no sabía como eran las camas de verdad, pero el papel de
alfajor triple que estaba como acolchado tenia dibujos de autitos y pelotas de
fútbol.
Federico estaba saltando sobre la cama y le
faltaba muy poco para hacerse un chichón contra el techo de tanto entusiasmo
que ponía en elevarse sobre el colchón.
Irene se reía a carcajadas y pensó que debía
tener una puerta linda como la de Federico justo AHÍ
Y la puerta, que era rosa, apareció junto a un
cartel decorado con flores rojas y mariposas amarillas que decía, en letras
prolijamente estrafalarias:
En Esta
Habitación Solamente La Miel Mas Dulce Del Panal E Irene
La pared que cerró la habitación se hizo toda
con palitos de helado de colores diferentes salvo el naranja por que Irene piensa
que es de mala suerte.
Con toda la alegría dibujada en su cara busco
una de las tapitas de atrás de las lapiceras, esa blanquita, y usándola como
vaso se sirvió un poquito de agua de la reserva
que tenía en un envase de yogurt en donde había encajado un palito de
yuyito hueco a manera de canilla.
Tuvo que tomar dos vasos por que las papas
fritas habían estado muy saladas. Se limpio con la servilleta chiquita que
estaba sobre la tapita de gaseosa y fue a su cama.
-
Hasta Mañana Federico – le grito desde su cama, ya tapadita Irene.
-
Has ta Ma
ña na – contestó Federico dando
los últimos saltos.
Sin querer pero al mismo tiempo, ambos
soplaron las velitas de pastito seco que estaban sobre sendas cajitas de
fósforos (las famosas mesitas de luz).
En el huequito que esta bajo el árbol mas
grande de la plaza, la oscuridad lleno todo dejando apenas espacio para que
entre el sueño.
El silencio de la noche solo iba a
interrumpirse cuando el chofer del colectivo de las 3 de la mañana hiciese
sonar su bocina en la esquina de la avenida.
había un montón de cosas que le quería
contar y mostrar a Federico pero ya era
muy tarde, las 11 de la noche, ya mañana iban a tener tiempo.
De hecho Irene estaba segura que a partir de
hoy estaban empezando las Aventuras de Irene y Federico.
Ilustraciones a Cargo de Meri Colombo