Cuando quieren que se la pongas se ríen de cualquiera Rozan contra tu persona las partes exclusivas Se inclinan con rodillas duras ofreciendo para arriba Inventan mil excusas para exhibir las maravillas Cuando ellas se enconchan nos resultan graciosísimas Claman a por porongas de maneras poco finas Se obsesionan y no descansan hasta sentarse en la cima El alá de las montañas y las mechas coercitivas Cuando ellas, las cachondas, mojan a lo bestia Sus pupilas son redondas, bellamente brillan Sus suspiros acojonan hechos de pura lascivia Se llaman feromonas los remolinos de lamidas Cuando ellas dicen: venga, la cena está servida El sabor será cebollas chorreando en la barbilla El temblor, casi te ahogas, de lo inverso a las lágrimas La electricidad de tensas olas orgásmicas Cuando ellas tienen cola, maúllan a gatas La sangre solidifica carnes laxas El deseo adquiere substancia bajo la panza Es el fin de la resistencia masculino humana